sábado, 14 de julio de 2012

Pompas de dragón (VIII)




 Topping de fama caramelizada
[Diario de un dragón poco convencional]



Soy famoso. No como esos mindundis que salen en cualquier programilla de televisión y sólo son admirados por tres o cuatro millones de personas. Famoso de verdad, de fama internacional y ultraplanetaria. Interestelar, pecando de modesto.

Desde que salgo en la serie de televisión Juego de Tronas, no puedo dar dos zancadas por la calle sin que me pidan autógrafos a pata alzada, monedas de oro acuñadas con mi semblante y poses originales para fotografías vulgares. Cuando me rogaron que colaborara en el rodaje, en parte por mi fotogenia sin parangón y en parte por mi portentosa vis cómica en escenas de desnudos integrales,  no pensé que llegaríamos a ésto. Se ha convertido en un infierno. Hasta para tirar la basura orgánica tengo que atildarme.


Para preservar mi privacidad y poder menear la colita a mi aire fuera de la cueva y de las pantallas, he tenido que adoptar medidas extraordinarias. Las gafas de sol y el sombrero de ala ancha me parecieron en principio un camuflaje perfecto, pero por algún extraño motivo no fueron suficientes. Tuve que recurrir al maquillaje florido. Tras descartar los labios rojo fuego y el colorete a espuertas por sus pésimos resultados en aras de la discreción, encontré la solución idónea. Yema de huevo batida extendida a modo de mascarilla facial para parecer un dragón chino. El truco lo saqué de un libro, no tengo tanto ingenio. Al protagonista, un hombre de pelo en pecho regente de un tocador de señoras, le funcionaba.


Ahora puedo ir al Mercadona y usar el transporte público sin temor a que fanáticos del celuloide me arranquen de soslayo las escamas creyéndolas reliquias. Puedo dar paseos al atardecer por el centro histórico de cualquier ciudad sin que nadie perturbe mi paz bucólica. Puedo vivir tranquilo, de nuevo, siempre y cuando no olvide pasar por el taller de chapa y pintura antes de salir de casa y no se me ocurra ir a Chinatown o dejarme caer por el polígono industrial Cobo Calleja. Son limitaciones menores. Como tenel que hablal con la ele y cazal moscas con palillos. 



Dejo una foto de mis amigos de rodaje, dando fe de lo bien que lo pasamos cuando salimos al recreo después de tantos asesinatos, intrigas de palacio y cópulas salvajes. Y levanto aquí una queja, sin que se entere la productora, por lo incómodo de las sillas plegables en las que nos obligan a sentarnos. Por lo visto, según dicen, las tronas y los tronos se salían de presupuesto. Las sombrillas de playa, a las pruebas me remito, también.





3 comentarios:

  1. Por aquí anduvo el autor de Juego de Tronos firmando miles de autógrafos en el festival Celsius 232. Espero que en la próxima edición dejes caer tus patitas por aquí.

    Besos olímpicos.

    ResponderEliminar
  2. Tenía previsto ir de promo (así lo llamamos en el mundillo), pero sufrí salmonelosis. Tanta yema de huevo con estos calores tenía que tener algún inconveniente. Estampar firmas vomitando fuego verde no me pareció adecuado; de lo otro -no me refiero a las fotos con ojeras- ni le hablo.

    Allí estaré para la próxima. No lo dude.

    Palabra de dragón.
    Besos de fuego.

    ResponderEliminar
  3. Querido dragón,

    refrene su ímtetu si no quiere calcinar a la mitad de sus compañeros de reparto, o nos quedaremos sin tercera temporada.

    Y si no le es mucha molestia, dedíqueme una foto zarpafirmada.

    ResponderEliminar

Invitados al baile