domingo, 27 de enero de 2013

Feliz sí cumpleaños Mr. Carroll




Ah, princesita,
 siempre es tiempo de té.




Ahora va a resultar que en Alicia en el País de las Maravillas hay un bebé cerdo. Y un lirón. Y juegos de lógica matemática. Y construcciones verbales con doble sentido que exigen para su comprensión nivel de inglés experto. Y más referencias a la droga que en Las Barranquillas. Todo un mundo secretamente maravilloso para mí desconocido por haber caído en la trampa mortal de ver la película sin leer el libro. Doy por buena esta sensación de idiocia sin parangón con la que vivo desde ayer tarde porque al menos -eso me salva- he leído Rayuela. 



Lo peor mejor del caso es que tantos descubrimientos vengan de la mano de un amigo sin gato ni sombrero dispuesto a parar los relojes para urdir al detalle la aventura. Primero regalándome el libro en cuestión para que entrara en faena sottovoce. Después llevándome a comprar cardamomo a una tienda cualquiera situada en una calle casi verde sin que sospechara siquiera que la dueña del lugar y él andaban compinchados. Una vez allí, entre aromas con efecto psicotrópico y orugas azules escondidas entre tarros supuestamente herméticos, estaba vendida. Ya no tenía escapatoria porque había entrado sin paracaídas en otra dimensión. Para que no me asaltara el pánico y creyera seguir siendo quien siempre he creido ser, alguien citó de refilón a Cortázar: otra estratagema de despiste. Un juego más, amén del de naipes, que me enceló por cuanto tiene de camelancia inesperada. Por si no fuera bastante, me ofreció mirindar adaptándose a mis gustos y costumbres. En lugar de una silla en la Tea Party, me invitó a compartir un chocolate con churros sin etiquetas de "bébeme" y "cómeme". Con la pócima ya ingerida haciendo de las suyas en mi maltrecho vientre, se despidió hasta más ver, dejando inconcluso el cuento.


 Con todo, la espiral de locuras y coincidencias del destino sigue su curso extraordinario. Y descubro que en 1832, tal día como hoy, nació Lewis Carroll. Conocido el dato en cuestión me asaltan serias dudas sobre si debiera o no felicitarle; y desde ahí, brotan más y más dudas como si nada. Me pregunto si todo lo ocurrido es producto de mi imaginación o real como la vida misma; si esa persona que a mí me encanta se habrá desencantado conmigo; si alguna vez un bebé (cerdo o no) dormitará en mis brazos; si más allá del sueño sobrevive la ilusión.




5 comentarios:

  1. Gracias a la poción mágica elaborada por un sombrerero loco de barbas rabínicas con camiseta de Reservoir Dogs y la especiera Happy que os dejó el prospecto con la posología precisa en un papel cuadriculado, ese lechoncillo llegará pronto del otro lado del espejo, porque sus papis, además de muy muy guapos, son muy muy buena gente.


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    1. Otra duda más, querido:
      Después de lo acontecido, ¿sigo tratándole de usted?

      Le debieron "endrogar". Para mí que en lugar de cardamomo le echaron en la bolsita semillas de amapola... Sólo así se justifican su amaurosis fugax (ésta va directa a la wiki) y su Síndrome de Estocolmo.

      Un gusto -de relamerse- este "ponerle voz y rostro" a los fantasmas, en cualquier caso.
      Besos Mr. Pazzos: ibéricos de bellota.

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    2. Después de lo acontecido con que no huyas despavorida cuando te me cruces por la calle me daré por satisfecho.

      La ceguera monocular (propia de gente de edad avanzada, muy fino el golpe bajo) afecta a un solo ojo, y el otro, el sano, vio lo que vio y no se engaña.
      Los besos los doy por recibidos pero los ibéricos ya están tardando. Que no solo de pollo vive el hombre...

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  2. ¿Pero qué leen mis ojos? ¿No lo había usted leído todavía? Me sorprende teniendo en cuenta las - varias - referencias a la maravillosa Alicia con las que me he topado por aquí.

    Citando a la Duquesa: "Todo tiene una moraleja, sólo falta saber encontrarla"

    Poeta tardío

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    1. Pues sus ojos leen bien. Por fortuna la cosa tiene remedio. Como advertencia general le diré que mi cultura es más bien particular. O lo que es lo mismo: que podré dar el pego pero en cuanto se rasca un poquito se descubre el pastel. No lo niego y hago propósito de enmienda: antes de que acabe el año. I promise.

      Pensando en la moraleja sigo, no crea...

      Besos tempranos.

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