domingo, 31 de julio de 2011

Revólver de ocasión




Recuerda que yo existo porque existe este libro,
que puedo suicidarnos con romper una página.

L. García Montero
  
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 Transcurre el verano con mi lento discurrir. De vuelta a casa, tiendo a infinito antes de ponerme a tender lavadoras y entiendo que en Yellowstone las cosas pintan de un color distinto al verde.  Leo sobre bandas de chimpancés, descamisados, glotones, tumultuosos y viciosos (Escupiré sobre vuestra tumba, B. Vian) y releo la poesía tragicómica de las esquelas de los ahogados y las espinas de los pe(s)cados. Para salvaguardar la razón, más bien escasa, apuro el último día de asueto con un dolce far niente que me incita a bucear en las palabras.
 
 De sagas interminables a gasas impepinables.
 O el salto cualitativo del fin de las uves en mi calendario.
 
Mal trueque éste del mar por el asfalto, me digo. Y dejo pendiente para mañana el emparedado, el empapelado y el engastado -angosto- del costo. Será en agosto.
 
 
La ocasión de revolver, Mrs. Nancy Botwin

jueves, 28 de julio de 2011

Desatando la cordura



Por las mismas razones que pasó a la historia el caballo del General Esparteros.
Por la prosodia aplicada a la tauromaquia.
Por la poesía echándonos un capote, rimando hasta en los andares.

Porque volvió mi torero desatando...
la cordura,
el silencio reverente del murmullo,
las tintas de los trileros. 


Dicen otros que le quedaba grande la taleguilla, que peina ya alguna cana, que mantiene idéntico mirar que el que gastaba. Que se le heló la sangre en Aguascalientes y que luce, desde entonces, piel azteca. Dicen más de lo que entienden, creo yo, la mayoría. Dicen, bendiciendo lo mismo que maldicen.

Dice la que suscribe que emociona, acojona y conmociona.  Que no se olvida. Que nunca decepciona.



miércoles, 27 de julio de 2011

Dola, tela y cuatrola

   


El mosquito ballenero se cierne sobre su presa, la eleva mil o dos mil metros sobre el nivel del mar y la deja caer. Cuando se desparrama, devora sus restos.

Conclusión (1): las ballenas no saben de amerizajes. 
Conclusión (2): los mosquitos comen sin cubiertos.


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El hotel no era de lujo. 
Tanto daba. 
Lo era la compañía.


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Hoy quise tocarte y vi cómo se alzaba el Mondúver -inmenso- entre tú y yo. Paseé tus huellas entre las olas roneándole al mar para que acariciara mis tobillos. Di cuenta del asado lento de las aves domésticas sobre la arena y de la dulce flojera del inspirar-espirar-suspirar que provocan las mareas. En la tierra. En los cielos.


Desarreglos de mis reglas, Mrs. Nancy Botwin


jueves, 21 de julio de 2011

Fraudulenta la patata




 Aguántate y súbete
y muévete como el serrucho, 
así...



Esto es lo que retumba en mis oídos mientras escribo esta entradilla (no oso -ni lagarto si me lo permiten- a llamarla de otro modo).

 La inestimable ausencia de Orejitas (información ampliada en La Voz de Galicia) me ha dejado con el alma encogida y los ojos vueltos. Ya no sé si el ser humano, alguno al menos, necesita crear el drama -inventarlo-, o si el mundo se ha vuelto al fin loco y estas serán las noticias que remuevan nuestras conciencia hasta dejarlas a puntito de nieve. Seguimos el caso con atención, me consta. Enviados especiales al lugar de los hechos trabajan las veinticuatro horas del día (y de la noche) para comunicar a la central cualquier dato de interés.
 

Por si no fuera suficiente con el dramático caso de Little Ears, el zapatófono intercomunicador ha exhalado su último ring. Tenía trece años, se apellidaba 32-10  y era oriundo de Finlandia, espoodense para más señas. Se entregó a ésta, nuestra comunidad. Por tal motivo, y sin menoscabo de otras pompas de mayor boato, se celebrará un ágape conmemorativo en su residencia habitual y le será impuesta la medalla al mérito por los servicios prestados. Se ruega asistan plañideras.


Y ya vale de disgustos. Porque vuelvo de pasar unos días en la Mansión del Rey Maud y me siento archiduquesa. Se me han incrustado en el gesto las buenas maneras y en la cara las dos mantas de la siesta.  De la fraudulencia de las patatas a las pesadillas con pan y mantequilla. De la risa porque sí, a la de porque también. Un placer, queridos. Gracias.


Las rúas que van a dar 'al amar', Mrs. Nancy Botwin

lunes, 18 de julio de 2011

Hilvanando silencios




Siembro en cada párrafo las pistas necesarias. No va más.
Encripto en mis transparencias la mácula de un blanco roto y un verde bienaventurado. La caducidad de la mora adolescente y el regusto en boca de la frambuesa madura. Nada me sujeta a la verticalidad del cielo.

No hay como deshacer el equipaje con la premura de rehacerlo.
Dejo pues que se enreden en la parra mis hojas y sus palabras, exprimiendo su jugo hasta el néctar. E imagino un mañana que saboreo salado y húmedo. Descuido de ambrosía entre mi pecho y la vida.


Salitre entre las escamas, Mrs. Nancy Botwin

domingo, 10 de julio de 2011

Desvelos & deshielos




 El hipopótamo anoréxico vive incomprendido. Como el perezoso hiperactivo. El león calzonazos. El avestruz altiva. La jirafa distrófica. La araña octopléjica. El mono apático. El pez rencoroso. El perro infiel. El ratón lerdo. La zorra mojigata. Miss Cucaracha. El mosquito ahíto.  
   
  Todo ésto.
  Y un koala asesino. 
  Y un chimpancé letrado.
  Y una academia de baile.

  Toda ésta.
  Mi fantasía; al servicio del colchón.


  Desvelos por deshielos, Mrs. Nancy Botwin

sábado, 9 de julio de 2011

Ensoñación asistida





 Decidida estoy a darle chance a Caperucita, a seguir soñando despierta y a pintar las paredes del mismo color que mi esperanza. Me complace este Síndrome Antidiogeniano que vacía armarios y estanterías a velocidad ultrasónica. Sudo, empaqueto, doblo y limpio. Descanso para dar dos o tres caladas ansiosas y un sorbo al café templado. Me encandila la manufactura del detalle que me roba la siesta y la visión panorámica que guardo en la trastienda del córtex.


 Tengo dos billetes de avión esperando en la cestita y poco más de treinta horas para colgar el fonendo en la taquilla. Una maleta que se conforma con lo justo y un permiso por triplicado para surcar los anchos cielos-mares. Una capa impermeabilizada especial para daltónicos y un master en ensoñaciones intensivas.


Glucemia en rango, Mrs. Nancy Botwin.


viernes, 1 de julio de 2011

Esguinces sin muñecas





Exquisita pendencia la de mi boca y la suya por ese dedo abeja que libó entre murmullos y distensiones golosas
las sucesivas floraciones de mi anémona nocturna.


-Era el placer como una de esas muñecas rusas que se abren
y aparece otra,
y otra...-


A. Guzmán




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Me llaman Jane. No por Austen ni por Fonda; por Chita.
Redecoro la selva cada tarde. ¿Puede ser más bonita?

Atesoro toneladas de planos en tres imaginaciones
y la ansiedad de mancharme las manos de facto.



Fumando lo mismo, Mrs. Nancy Botwin