jueves, 21 de julio de 2011

Fraudulenta la patata




 Aguántate y súbete
y muévete como el serrucho, 
así...



Esto es lo que retumba en mis oídos mientras escribo esta entradilla (no oso -ni lagarto si me lo permiten- a llamarla de otro modo).

 La inestimable ausencia de Orejitas (información ampliada en La Voz de Galicia) me ha dejado con el alma encogida y los ojos vueltos. Ya no sé si el ser humano, alguno al menos, necesita crear el drama -inventarlo-, o si el mundo se ha vuelto al fin loco y estas serán las noticias que remuevan nuestras conciencia hasta dejarlas a puntito de nieve. Seguimos el caso con atención, me consta. Enviados especiales al lugar de los hechos trabajan las veinticuatro horas del día (y de la noche) para comunicar a la central cualquier dato de interés.
 

Por si no fuera suficiente con el dramático caso de Little Ears, el zapatófono intercomunicador ha exhalado su último ring. Tenía trece años, se apellidaba 32-10  y era oriundo de Finlandia, espoodense para más señas. Se entregó a ésta, nuestra comunidad. Por tal motivo, y sin menoscabo de otras pompas de mayor boato, se celebrará un ágape conmemorativo en su residencia habitual y le será impuesta la medalla al mérito por los servicios prestados. Se ruega asistan plañideras.


Y ya vale de disgustos. Porque vuelvo de pasar unos días en la Mansión del Rey Maud y me siento archiduquesa. Se me han incrustado en el gesto las buenas maneras y en la cara las dos mantas de la siesta.  De la fraudulencia de las patatas a las pesadillas con pan y mantequilla. De la risa porque sí, a la de porque también. Un placer, queridos. Gracias.


Las rúas que van a dar 'al amar', Mrs. Nancy Botwin

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