miércoles, 27 de julio de 2011

Dola, tela y cuatrola

   


El mosquito ballenero se cierne sobre su presa, la eleva mil o dos mil metros sobre el nivel del mar y la deja caer. Cuando se desparrama, devora sus restos.

Conclusión (1): las ballenas no saben de amerizajes. 
Conclusión (2): los mosquitos comen sin cubiertos.


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El hotel no era de lujo. 
Tanto daba. 
Lo era la compañía.


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Hoy quise tocarte y vi cómo se alzaba el Mondúver -inmenso- entre tú y yo. Paseé tus huellas entre las olas roneándole al mar para que acariciara mis tobillos. Di cuenta del asado lento de las aves domésticas sobre la arena y de la dulce flojera del inspirar-espirar-suspirar que provocan las mareas. En la tierra. En los cielos.


Desarreglos de mis reglas, Mrs. Nancy Botwin


1 comentario:

  1. Querida Mrs. Botwin,

    Con media tonelada de corazón, quince mil litros de sangre en circulación y unos desarreglos niagarenses, cada latido de su alado cetáceo, transporte lowcost de Aerolíneas Jonás e Hijos, se escucha a una distancia de dos millas, muchas menos de las que separan esta ciudad fantasma y su olor a brea derretida de la arena bajo sus pies.

    Lejos de ese mar nuestro, del haraganear porque sí y de un querer ver sintomático, escucho con nitidez su latir acompasado con el mío.

    Contando los días,
    Uskglass de Rodriguez.

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