lunes, 1 de agosto de 2011

Pixel & Dixie L.



Dixie Lee  pasó la noche pensando en chorradas.
Ese tipo de cosas ridículas e intrascendentes que no merecen ni un segundo y se ganan cientos.

Todo empezó por el anuncio en la teletienda de la cadena local de la faja reductora Slim Plim. Lo protagonizaba una tipa que desde luego no era rubia y a la que -con toda probabilidad- nunca se le habían escocido los muslos. Parecía entre tonta y muy tonta. La clase de tía que queda colgada en el trapecio del limbo evolutivo entre la mujer y la ameba. Dixie se acordó de aquella actriz con la que compartía nombre: fue entonces cuando se levantó a por un vaso de agua helada y resopló imaginando los calores desprendidos o acumulados, no sabía a ciencia cierta, por ese instrumento de tortura que costaba casi cien pavos. El Slim Mierder. Por una asociación rudimentaria de ideas llegó a la conclusión de que los diseñadores de moda, tíos la gran mayoría, eran en el fondo sádicos misóginos, simultánea y vengativamente. Las fajas, sí: pero también las ballestas, los tangas, las medias finas en noches bajo cero, los tacones antinatura. Si quisiera Dios que se usaran ya llevaría el ser humano algún milenio andando de puntillas. Se distrajo una vez más haciendo acopio de ejemplos ilustrativos que le llevaron directa a la época de 'la otra Dixie': también ellas sufrían entonces para y por deslumbrar. Dormían  con los rulos puestos y eso es algo que, aplicado como instrumento de tortura - y era sólo su humilde opinión-,  garantizaría más confesiones que el manido jueguecito del poli malo-poli bueno.

 Dixie prefería leer un libro a peinarse. 
 No había nacido para sufrir.

 

3 comentarios:

  1. Es usted de lo que no hay, querida, de lo que no hay. Recuérdeme que le pida matrimonio cualquier día de estos.

    Libros y besos. No hemos nacido para sufrir.

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  2. Eso de la moda vengativa es una teoría plausible. Es más que una chorrada intrascendente.

    Peinarse es importante. Leer también. Un reparto 1% a 99% sería lo justo.

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  3. Mrs. rkl,

    Recuérdeme que acepte su petición.
    Y haga ud. lo propio con estos besos.

    Mr. Tempering Man,

    Extiendo la alfombra roja para recibirle en mi humilde morada.

    Démosle un 1% a peinarse, un 30% a leer y un 69% a despeinarse: quizá el reparto sea injusto, pero promete.

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