
Aquí, guapitos de cara, cada uno tiene su papel. Y da igual que uno arda en deseos de convertirse en Pantera Rosa, si en realidad tocó en suerte ser el Inspector Closeau. Siempre tras la pista falsa...
Así me siento yo, aún perdida en una isla ya hundida: debo ser la única persona en el mundo que no vió el final de Lost. Eso sí, ahora que estoy en el capítulo nueve de la sexta temporada -y última- me dan ganas de dejarlo. ¿Razones? De sobra...
- El bien y el mal balanceándose en platillos justicieros aburre. Ya lo decía Mr. Vegas... y no me habléis de eternidad. No me habléis de cielos ni de infiernos más.
- Mucho triquitriqui (con monstruo del humito negro incluido) y poco tracatraca (esta masturbación de interrogantes no garantiza llegar al clímax, ni de lejos).
Lo que sí me ha quedado claro es que el mundo femenino se divide en dos; las adictas a Sawyer (todas) y yo. Será que la cabra tira al monte: me quedo con el mediquito.