miércoles, 30 de marzo de 2011

Pompas de dragón (V)




Con las garras en la masa
[Diario de un dragón poco convencional]


Tenía que empezar la reforma del volcán por el cráter. No me apetecía nada nadita, pero la humedad que se filtraba por las paredes rocosas de la cueva me obligaba a dar el paso: no sólo porque cada hogaza de pan depositada sobre la encimera adquiriera un leve tono verdoso en décimas de segundo, sino porque -he ahí el quid de la cuestión- me empezaban a doler los huesos cuando me levantaba del catre cada mañana.



Ya acudí a mi veterinario de Atención Primaria, el asignado por zona, más allá de Pernambuco. Se contentó con tomarme la tensión (810/570 mmHg, normal para un dragón), auscultarme y pedirme unos análisis. El episodio de la extracción sanguínea merecería un capítulo aparte; baste decir que la enfermera, una jovencita con cofia y sin puntería, tuvo que recurrir a un martillo neumático para atravesar mis escamas. La orina, que entregué en un bidón de diez litros, y otras muestras fisiológicas menos decorosas no dieron tantos problemas. Con los resultados en la mano y un hematoma del tamaño de una lombarda en mi patita delantera izquierda, fui de nuevo a consulta. El doctor me aconsejó dejar de fumar y reducir la ingesta de grasas animales. Salí presuroso del ambulatorio y deambulé sin prisa. Encendí un cigarrito y desayuné por tercera vez en el día. Se me habían antojado unas ancas de rana estofadas para superar el disgusto.


Con la tripa llena y la conciencia maltrecha, decidí ponerme manos a la obra. Busqué con denuedo algún video tutorial sobre rehabilitación de cráteres, pero no encontré ninguno de fiar. No obstante, acudí al establecimiento de referencia en bricolaje y adquirí algunos palés de ladrillos, mil toneladas de arena piedra, roca natural decorativa y un bote de cal viva de medio kilo. Quería también unas botas de color verde para pisar el terreno tranquilamente y no estropear mi pedicura recién hecha, pero no las encontré de mi número. Arrastré mi cesta hasta la zona de pago y esperé que me tocara el turno. Tan entusiasmado estaba con el proyecto que hasta me permití el lujo de tararear una canción.


El agudo del estribillo me pilló introduciendo el número secreto de la tarjeta de crédito; el esfuerzo por afinar la nota y pulsar aquellas diminutas teclas sin confundirme, me provocó un tsunami gástrico que encontró su escapatoria en forma de regüeldo. Dicen que así empezó el incendio, que se extendió como la pólvora y dejó el recinto reducido a cenizas. Yo sólo sé que nada más salir por la puerta automática, en cuclillas para no dejarme los cuernos en el dintel, vomité junto a un matorral el desayuno. Dejo constancia gráfica del incidente con el propósito de exculparme de toda responsabilidad y aprender a masticar mejor.

4 comentarios:

  1. Mi querido dragón,

    Es usted un glotón, no se comió las ancas de rana, ¡se comió la rana entera! y claro así no. Le preparo una manzanilla para que le asiente el estómago y le doy un beso es su patita delantera izquierda para que le asienten las heridas.

    Me paso esta noche por su volcán para llevarle la manzanilla y los besos. Avisado está, si escucha ruidos esta noche soy yo con su encargo, no se asuste que lo pone todo perdido.

    Besos prenoche.

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  2. [Al dictado del dragón]

    ¡Ay, querida!

    Me encanta la manzanilla: me recuerda al Edén y marida de maravilla con la nocilla.

    Tiene razón, soy un glotón.

    Hágame el favor de decirle a mi querido AIChR que se venga a pasar el fin de semana a casa: le prepararé gazpacho de gumibayas y asado de puercoespín (dos de mis especialidades). Y, ya de paso, le pediré que me eche una manita con la reforma.

    Por descontado, cómo no, está usted invitada darling.

    Póngase el traje ignífugo. ¿Ya?
    Besos, ascuas y más besos.

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  3. Mi querido dragón,

    Me voy del país unos días y resulta que AIcChR no se quiere venir. Ya le tenía hecha su maletita con chalecos de repuesto y todo. Así que he pensado, si a usted le parece bien, que se lo llevo esta noche a casa, cenamos los tres juntos y se lo dejo toda la semana. Excepto las verduras le gusta todo y le va a ayudar con la reforma a la perfección. Doy fe de ello.

    Llevo tarta de arándanos para esta noche y el traje ignífugo para recibir sus besos.

    Caricias tras las alitas.

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  4. [Again, al dictado del dragón]

    Sabe que si me toca detrás de las alitas me pongo tontorrón...

    AIcChR y yo lo estamos pasando en grande. No hemos trabajado mucho, cierto, pero nos reímos de lo lindo.

    Usted abríguese y recuerde que el vodka no se considera un souvenir (eso lo dice AIcChR). Puede traer unas cuantas cajas sin temor a que caduquen en la despensa.

    Páselo bien. Nosotros estamos en ello.

    Besos con las alitas desplegadas y flambeadas, darling. Por duplicado.

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