viernes, 15 de enero de 2010

Apretándome los machos


Que Dios reparta suerte.

El toro llega menos violento al tercio de muleta y, conseguido su dominio, se le puede atemperar la embestida con ceñimiento, lentitud y estética armonía. El riesgo no disminuye, porque el diestro ha de ejecutar las suertes con quietud y el toro ha podido desarrollar sentido tras los numerosos pases en que participó durante la lidia.

La forma de citar y el dominio del arte -parar, templar y mandar- no debe degenerar en la ejecución de las suertes fundamentales marginando los cánones. Se debe citar adelantando el engaño, cargando la suerte y ligando los pases. Y finalmente, toda la lidia converge en la ejecución de la suerte suprema: recibiendo, a volapié, a un tiempo, aguantando o arrancando. Al hilo de las tablas o en los medios.

El público entendido agradece el brindis en la boca de riego cuando sabe que en la arena hay un torero "en torero". Dispuesto a no salir de la plaza por su propio pie: o a hombros por la Puerta Grande o en brazos por la Enfermería.

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