jueves, 21 de enero de 2010

Desayunando a las 16h


Hay dos mundos paralelos. El de la realidad cotidiana y el que uno construye para salir de la cama tras cada despertar. Y cuando se entremezclan, la merienda en la cafetería desierta de un hospital pasa a ser un maravilloso desayuno en Tiffany's.
En los "días rojos" (esos en que más que tristeza uno siente miedo a vivir) sale barato hacerse con un café con leche y un cruasán y dedicarse a la contemplación: ya sea ante un escaparate atestado de diamantes o ante una pantalla de ordenador. Imaginando historias que permitan añadirle a la vida la poesía que necesita. Para que todo, en conjunto, rime.
Me gusta esa Holly: delgada, de pelo recogido, insegura. Me gusta esa mujer que se hace llamar de manera diferente según requieran las circunstancias. Que se presta alegremente a ayudar a un mafioso, que se atreve a tocar la guitarra decididamente mal mientras susurra un delicioso Moon River. Siempre ha sido mi favorita; la pavisosa de Marylin despierta mi antipatía natural.
Me invento un gato y un Paul. Tengo a mi Doc particular: el ex-marido que sabe quién soy, que me dejó volar libre, que me sigue queriendo.

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