domingo, 29 de agosto de 2010

Mareas en la tierra



Parecía como si sus sentidos, y a través de ellos su cuerpo, fueran instrumento tenso y propicio para que el mundo pulsara su melodía rara vez percibida. Estaba borracho de vida, y no lo sabía; estaba vivo como pocos, como sólo el poeta puede y sabe estarlo.

En otra ocasión lo has dicho: nada puedes percibir, querer ni entender si no entra en ti primero por el sexo, de ahí al corazón y luego a la mente. Y lo que va del uno al otro caso es eso: el acorde.

Ocnos, L. Cernuda

&

No se vienen las noches tan callando, no se va presto el placer que en dulce melodía acompaña mis instantes. Y en sueños me veo, cual sirena varada en el desierto, acunando con mi canto las estrellas. A la guitarra, mi marinero, reflejándose en la luna.

Va por usted, Mrs. Nancy Botwin


sábado, 28 de agosto de 2010

Alegato entre algas



Si yo fuese sirena escribiría un alegato en mi defensa.
También tendría cola, cosa que no sé como tomarme.

Reivindicaría mis derechos:
al canto,
a nadar desnuda entre las olas,
a contemplar la luna apostada en las rocas.

Pediría al capitán del barco pirata que, en caso de naufragio, firmase un parte amistoso de accidente. Y me ahorraría hacerle la prueba de alcoholemia a cambio de su ron.

Si yo fuese sirena reclamaría, cómo no, justicia poética.
Acabaría con esa mala prensa gestada en habladurías y odiseas.

Extendería mis brazos, a falta de piernas, para reconfortar a Ulises.
Por él, para aliviar su turbación, podría permanecer en silencio.


Si yo fuese sirena dibujaría un mapa de mi isla y su tesoro
y esperaría a que un recio marinero lo guardase en "favoritos".


Navegando sin temor, Mrs. Nancy Botwin


jueves, 26 de agosto de 2010

Quitándome el pijama




Ponme la mano aquí Macorina
rezan tus fieles por las cantinas,
Paloma Negra de los excesos.
J. Sabina



Tal día como hoy nació Teresa de Calcuta.

Para gustos, siempre los colores.

Hay rezos... y rezos. Manos... y manos. Excesos... y excesos.
Hay lunas con voz de rayo y canciones que se burlan del miedo.
Hay, cómo no, tequila de sobra para romper las dudas
y seguir dejándose el corazón... en Madrid.

De camino a la cama
, Mrs. Nancy Botwin



martes, 24 de agosto de 2010

No me puse rimmel




Anoche, cuando la oscuridad en la jungla comenzaba a hacerse inquietante, me puse en marcha. Caminé sin rumbo, dejándome guiar por la intuición y por mi instinto de supervivencia. El objetivo era dar con el mercado negro: necesito un vehículo para desplazarme. Después de andar durante horas, llegué a mi destino. Entre casas de masajes y partidas clandestinas, encontré un tugurio donde tomar una copa. Al entrar noté que apestaba a tofu, a sudor, a alcohol de quemar y eché de menos el aroma del napalm, como nunca antes hubiera imaginado. Me aposté en la barra y pedí un trago del destilado local. Un tipo se acercó hasta mí desde el fondo, con su bourbon aguado en la mano. Me llamó nena, me preguntó si quería pasarlo bien. Encendí un cigarrillo, le sonreí y le pedí que se muriese. Aquel tipo olía a derrota.


Bebí y fumé hasta que encontré mi sangre templada, y entonces, haciendo acopio de valor, salí a la calle. Pude ver sombras amenazantes entre los portales, pude masticar el peligro. Esquivé el miedo, con firmeza, porque tenía una misión que cumplir. Escuché varias ofertas de dealers despiadados y finalmente cerré el trato con el único que me miró a los ojos mientras negociábamos. No tenía la mirada limpia, por supuesto que no, pero olía a victoria.


Emprendí la vuelta a casa; a esa casa mía construída con bambú; a esa, mi guarida, levantada en medio de la jungla; a ese refugio que crecía treinta centrímetros cada día. Oí a lo lejos, en la madrugada, el susurro de alarmas disparadas. Encendí fuego para sacarme la humedad de entre los huesos. Me serví un trago que quise fuera hipnótico y me senté en la tierra. Saqué del bosillo improvisado entre mi piel y mi vestido un billete con destino a ninguna parte. Lo eché al fuego. Y entonces, creo, me dormí. Con el olor del napalm acurrucándome, con su sabor impregnando mis labios.


Mariposas kamikazes, Mrs. Nancy Botwin


lunes, 23 de agosto de 2010

Alaridos y jadeos



Mi caballo volvió solo a casa,

¿qué fue de John Wayne?


*****************

Es probable que aún ande por la jungla, perdida. Si no, no podría justificar la presencia de comadrejas y nutrias entre la neblina, acariciando mis pies. Puedo escuchar sus jadeos, humedecen mi piel. Pudieran parecer animalitos inofensivos, pero no lo son.

La comadreja es un carnívoro pequeño y huidizo, de cuerpo alargado y esbelto, con oído y olfato muy finos. Cuando avista una presa, se acerca en silencio, la ataca, la inmoviliza con las patas y la mata mordiéndole la nuca con su potente dentadura. A menudo bebe la sangre de sus víctimas en el primer momento de la caza y luego las arrastra a un lugar seguro que usa como despensa para devorarlas con tranquilidad. Tiene hábitos nocturnos-crepusculares, abandonando su refugio para alimentarse y recorrer su área de influencia, todas las noches. ...

La nutria es sedentaria y territorial -hasta 10 Km. de río-. Comienza su actividad al anochecer, siendo capaz de recorrer largas distancias en busca de sustento. Se siente más a gusto en el agua que en tierra firme. Entra en celo en cualquier época del año. Durante el día pasa escondida y dormida mucho tiempo. El hombre ha sido el único y tradicional enemigo natural de la nutria...

Pasaré la noche entre fieras, aún en sueños, bajo los efectos del napalm.


Demasiadas coINcidencias, Mrs. Nancy Botwin

sábado, 21 de agosto de 2010

Luciérnagas y tortugas




No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.


A un gato, Jorge Luis Borges


&


De camino a la cama contemplo el espectáculo...

Me iluminan luciérnagas, me tropiezo con tortugas. Unas cuantas mariposas revolotean sobre mi cabeza. Alguna, más osada, prefiere hacerlo entre mis piernas. Todas bostezan mostrándome en su gesto inocente una lengua voraz. Mi caballito de mar sale de su escondrijo para unirse a la fiesta de sábanas revueltas. Y yo, sin silla de montar y sin biquini, me regalo una buena galopada.


La factura del dentista
, Mrs. Nancy Botwin

Mordiendo la manzana




Ahora que empecé el día
volviendo a tu mirada,
y me encontraste bien
y te encontré más linda.

Ahora que por fin
está bastante claro
dónde estás y dónde estoy.

Sé por primera vez
que tendré fuerzas
para construir contigo
una amistad tan piola,
que del vecino
territorio del amor,
ese desesperado,
empezarán a mirarnos
con envidia,
y acabarán organizando
excursiones
para venir a preguntarnos
cómo hicimos.



Lovers go home!

Mario Benedetti




He sido expulsada al país de las maravillas. Como Alicia, sortilegio de babia...
Ando desconcentrada, ¿qué estaba diciendo? Me he perdido...
Trato de controlar lo incontrolable con murmullos de ron & cigarettes...
Dejándome llevar, como Mr. Antonio Vega...
Cabalgando a lomos de un indomable.

Con nocturnidad y enfermería, Mrs. Nancy Botwin


jueves, 19 de agosto de 2010

Remontando tensiones



Patchwork de palabras en el lugar donde no necesito morderme la lengua. Reescribiendo.

Rellenar.
Remontar.
Recoger.
Retirar.
Revolcar.
Revolver.
Relamer.
Repensar.

A mí me daban dos, Mrs. Nancy Botwin

miércoles, 18 de agosto de 2010

Alarmas apagadas 3 minutos



Acaricia mis oídos Me he perdido (Mr. Vegas & Mrs. Rosenvinge). Ya lo escribió William Shakespeare`los locos y los amantes tienen mentes turbulentas'.


Un duermevela trepa por mi almohada. Mr. Nadie toca la guitarra. Detrás el bosque, al frente el acantilado. A su lado yo. Escuchando. Me gusta como suena. Lio un cigarro, lo enciendo y se lo pongo en los labios. Me dedico a contemplarle. Perdida en su mirada y en el final de la canción.


domingo, 15 de agosto de 2010

Dudas peregrinas


Últimamente abundan los misterios...

La montañita de plancha crece sin límites: lo que comenzó siendo el Mondúber va camino de convertirse en el Kilimanjaro. Pongo al día mis escasos conocimientos en tectónica de placas, pero en el repaso surgen nuevas dudas. ¿Será por colisión de turnos o por subducción en la pereza?

Se han prestado las vacaciones a jugar al Cluedo. Sin ficción, por extraño que parezca. Después de indagar como buena detective, llegué a una conclusión: fue la Srta. Amapola, con la llave, en la cocina. Lo extraño es que en lugar de robar las joyas -tremenda colección- optara por arramplar con las bragas ajenas. Y la señora de la casa ¡tan relajada! No se explica.

Me pregunto -y no sé responderme-: ¿ofrecerán por mi una docena de camellos o una cabra enclenque?, ¿alguien se cree que Tarzán fue un simple compañero de reparto para Chita?, ¿ cuántos stents caben en una coronaria?

Entre duquesas anda el juego, Mrs. Nancy Botwin

sábado, 14 de agosto de 2010

Compañeros de reparto



El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los enfermos cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces.
El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o en el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.

El diagnóstico y la terapéutica, Eduardo Galeano

+

A menudo guardo objetos , en principio inapropiados, en la lavadora. Esto es: fotos, cables o incluso herramientas. Al principio era cuestión de espacio. Un día, por error, lo mezclé con la colada. En realidad, me divierte ver todo este tipo de cosas centrifugándose. Hay veces que meto dentro las fotos de mi última amante, a ver si así desaparece de una vez por todas.
Escribo por el mismo motivo por el que me lavo: porque me lo pide el cuerpo; es sorprendente cómo un gesto aprendido, el hecho de escribir, puede llegar a convertirse en instintivo. Con la música es igual, o tocas, o te meas encima. Las manchas de las cosas que amas son las más difíciles de quitar.

Amor y lavadoras, Julio de la Rosa

=

La cicatriz
de tu sonrisa
marca mi frente.
Hay pieles sin memoria,
no es el caso.

Queloides de una noche de verano
, Mrs. Nancy Botwin

jueves, 12 de agosto de 2010

Disfrazada de Cortázar



Recibo telegrama al cierre de redacción. Transcribo:



Necesitas internet y oídos.
Yo desayunando en Tiffany's.
Día verde, claro.
Espero mensaje no oscuro.
Besos...


Pussycat




lunes, 9 de agosto de 2010

Pasajera en tránsito



No dispongo de mi archivo fotográfico habitual para ilustrar estas palabras.
Háganse a la idea de que desvirgan mis dedos la teclas de un portátil que me fue prestado.
Aprovecho este silencio no enturbiado (sólo llegan a mis oídos el trino de los pájaros y el crujir de las ramas con el viento) para proyectar mi voz al cielo.

No crean que rezo y pido. Más bien agradezco.

sábado, 7 de agosto de 2010

Madrid-A Coruña





CUIDAR
turno de tarde


Relevar, ingresar, monitorizar,
canalizar, sedar, relajar,
intubar, fijar, aspirar,
diluir, administrar, lavar,
sondar, curar, desfibrilar,
amortajar.


**************


Tengo el estómago revuelto.
En 5 horas tengo que coger un avión y no puedo dormir:
tengo también el sueño revuelto.


**************



Volaré en su cielo.
Pisaré en su tierra.
Le esnifaré en el polvo
de la luz de las estrellas.






jueves, 5 de agosto de 2010

Conciertos desconcertantes



II
03.09.02
chelsea hostal

Len me ha dado un plano de Nueva York y me ha dicho que use el Village Voice. Aún no sé si tiene mucho sentido buscar a una persona en esta ciudad. ¿Y si está casada y tiene varios hijos? ¿Y si se ha hecho prostituta? ¿Y si se ha metido en política? ¿Y si sencillamente no me quiere ver? Al despedirse, Len me ha dado un abrazo de oso. [...]
Me hospedé unos días en el Chelsea Hostel, casi el Chelsea Hotel (ese al que canta Cohen, ese en el que Madonna se tira a sus amigos, ese al que antaño ibas y te cambiaban un cuadro por una cama). Bueno, pues casi. El Chelsea Hostal es uno que hay detrás, más barato, con café gratis y pizza para todos una vez per week. 40 dólares la habitación. De los precios del Chelsea Hotel ni hablamos. [...]

Cuaderno de viaje, Tanto rojo bajo los párpados.
Julio de la Rosa

&

IV

Leí que alguien contó y anotó detalles de las camas de su vida.
Cada una de ellas: las de hoteles, las de amigos, las de hospitales...
Yo conté sólo saltamontes.
Los cuatro saltamontes de mi vida.
El de la casa de Plaza de España, que amaneció un día repanchingado en mi sofá. Con el que negocié en voz alta una resolución pacífica. Se marchó por la terraza, convencido.
El primero de la playa, que se atrevió a rozar mi piel desnuda en uno de sus saltos. Tan pequeñito, ya tan feo...
El segundo de la playa, que viene siendo el tercero de mi vida. Aún más pequeño, más entrañablemente feo.
¿Desde cuándo hay saltamontes en la playa?
Y el cuarto y definitivo: el que encontré en la mesilla, junto a mi almohada, al volver de vacaciones. Tuve que deshacerme de su cadáver y, créanme, me puse guantes.


Saltamontes del apocalipsis, No fumé ese día.
Nancy Botwin

miércoles, 4 de agosto de 2010

El jardín de los tigres



En la isla de Vancouver, cuenta Ruth Benedict, los indios celebraban torneos para medir la grandeza de sus príncipes. Los rivales competían destruyendo sus propios bienes. Arrojaban al fuego sus canoas, su aceite de pescado y sus huevas de salmón; y desde un alto promontorio echaban al mar sus mantas y sus vasijas.

Vencía el que se despojaba de todo.

Eduardo Galeano, El libro de los abrazos


&


En verano, nos refrescábamos en la piscina. Subíamos a casa y nos adecentábamos para sentarnos a la mesa. Cruzábamos miradas cómplices y atentas para no perder un sólo guiño, un sólo beso lanzado al aire. Tu juego ganador, mis 31 de postre. Después conversábamos. En honor a la verdad, alguien hablaba y los demás le interrumpíamos. El señor marqués: su chófer, su musa y una intrusa. Reponíamos fuerzas juntos. Con uvas y queso.

Sólo tengo lo que he dado.

Nancy Botwin, El jardín de los tigres.


domingo, 1 de agosto de 2010

Querencias y reverencias








La dislexia del poeta funde y confunde retórica y erótica.

Un año bailando,
gracias.