sábado, 16 de octubre de 2010

Lirios en mi cadera



¿De qué sirve un ciervo sin cierva, de qué sirve un perro sin perra,
una abeja sin su abejo, una tigresa sin su tigre,
o una camella sin camello, o una ballena sin balleno, o un rinoceronte soltero?

¿De qué sirve un gato sin gata, un ruiseñor sin ruiseñora,
una paloma sin palomo, un caballito sin caballa,
una cangreja sin cangrejo, un agujero sin raíces?

A casarse, peces del mar,
pumas de la pumería, zorros de cola engañosa,
pulgas hambrientas de provincia.

¡A procrear! dice la tierra con una voz tan invisible
que todos la ven y la tocan y todos la oyen y esperan.


Bodas, Pablo Neruda


&



Ocurre a veces que el asesino sabe más de amor que el poeta. Pocas, no crean. También a veces una se siente idiota de remate y duda hasta de sus dudas. Entre siempre y jamás la distancia se acorta a tal velocidad que rompe la barrera del sonido y se tranforma en luz. Ya saben, como el disparo cegador de un flash que enrojece los ojos. Ese que, hoy, tuvo poco trabajo.


Llegada a este punto, no sé si es que nunca quise acostumbrarme a las buenas costumbres o es que nadie me enseñó a hacerlo. Quizá las voces invisibles sean siempre más solistas que corales de camino a mis oídos. Lanzo al aire que respiro la eterna pregunta; ese 'por qué así en mi vida' que me deja en apnea. Ayuda que el vestido se ciña a mi talle sin reservas, pero sólo ayuda.


Y hasta ahí: ni una vuelta más. Disfruto del paseo por las calles de mi Madrid. Empiezo suspirando en Gran Vía para continuar por Alcalá con dos lirios, a falta de nardos, apoyaos en la cadera. Después Cibeles, dejándome fotografiar amablemente por turistas japoneses. Más tarde Recoletos, pisando con garbo entre las casetas de la Feria del Libro antiguo. Paro sólo el contoneo para sonreirle a la vida en la puerta del Gijón y hacer una discreta reverencia ante la Biblioteca Nacional.


Siento el delicioso asombro de un traseúnte solitario. Y eso, aunque tampoco sirve para nada, sabe a esperanza.

Primores otoñales, Mrs. Nancy Botwin


2 comentarios:

  1. Un ciervo sin cierva seguirá paseando por el bosque cada día. Pero un día, inevitable y dolorosamente, sucederá que se cansará de ser ciervo.

    Eso pienso yo.

    Besos, un poco cansados, pero besos, darling.

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  2. Querida Mrs. rkl,

    Yo de ballena y abeja no me veo. De cierva más o menos. De camella y perra a veces. Pero de tigresa, la verdad, perfectamente.

    Y le doy la razón... hasta de ser tigresa -inevitable y dolorosamente- se cansa una. Qué desperdicio y qué cansancio de cuando en cuando.

    Tres tristes besos con lengua trabada y una sonrisa sin maquillaje, darling.

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