lunes, 15 de noviembre de 2010

Más turbación, separadito




Me trago un "curso" que no hay por dónde coger, Reiki para personal sanitario. Acudo por agradar a una amiga, madrugón incluido, y salgo con los chakras implorándome piedad. Mejor cerrados -estado éste del que no tengo conciencia- que abiertos de par en par a merced del hatajo de incongruencias que salen por la boca del gurú. Encantado, dicho sea de paso, con que la cadena de televisión Cuatro dé cobertura al disparate para su posterior difusión.


La cosa empieza con una breve introducción de la tradición cultural de la técnica que justifica, per se, la idoneidad de su aplicación en cualesquiera circunstancias. Sin contraindicaciones ni posibles efectos perjudiciales. Con el objetivo, al alcance de la mano, de lograr un estado de completa armonía, de felicidad. Así de fácil. No exige concentración ni esfuerzo mental, eso son prejuicios de la mente racional: basta con que la energía fluya. ¿Qué energía? La del universo. ¿En qué hay que creer? En nada. ¿Quién lo puede aprender y practicar? Todos. Unos cuantos datos de estudios científicos y una selección de testimonios lo avalan. Dicho lo cual, sin peros, pasamos a la práctica. Cerramos los ojos para "conectar con el Universo" y estamos en disposición de canalizar. Las manos por aquí y por allá permiten que la energía se libere, regenerándonos y eliminando todos nuestros bloqueos. Después toca limpiar el aura, como si estuviésemos barriendo y, cómo no, dar las gracias.



¿Qué siento? ¿La nada absoluta? No, no sería sincera. Siento preocupación: mi hospital ha sido víctima de la pandemia mundial New Age. Estábamos preparados para la gripe A, no para ésto. Siento también pena: cómo puede ser que todo el mundo se trague el rollo sin cuestionarse nada. Y, por si fuera poco, tomo conciencia -una vez más- de lo que ya traía sabidito de casa: el silencio, el calor protector de otra piel en la propia y dejar de vivir corriendo, relajan. Más que el ruido ensordecedor, el frío de la autodefensa y la velocidad de la luz desintegrando nuestras almas antes que nuestros cuerpos. Eso, tremendo descubrimiento, estresa. No quiero dar el "Salto Cuántico"; con el nivel I voy sobrada.


Dejo como muestra un botón, no vayan a pensar que mi imaginación es tan poderosa. Página 30 del manual. Nadie sabe quién lo edita. Lo firma, por copyright, John Curtin.


Todo Amor

Una técnica de sanación emocional, que toma el formato de taller intensivo de fin de semana de auto descubrimiento.

Todo Amor trabaja en profundidad a nivel emocional, produciendo con frecuencia una "catarsis" que puede liberar traumas del pasado, dolor emocional, modificar conductas actuales, etc. Todo taller es supervisado por una psicóloga, un profesor de Todo Amor y varios ayudantes.


P.D. Tres matices; (a) me quedo con Freud y Einstein, (b) sé que no soy la única, (c) me descojono: que fluya la energía, que fluya...

7 comentarios:

  1. Curioso como las ideas de Feyerabend se están instalando poco a poco en la conciencia colectiva de la sociedad occidental. Yo también lo percibo en personas muy próximas.

    Un beso, SuzanneL.
    G.L.

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  2. Bienvenido Grokus,

    Si suena alguna canción que le inspire anarquismo, no necesariamente filosófico, sáqueme a bailar. Estoy deseando empezar a dar vueltas y dejar de pensar.

    Un beso desde esta playa.

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  3. Mi querida Nancy,

    Llego a casa agotada y usted me hace reír. Y eso no vale porque los puntos todavía me tiran. No sé cómo pude perder cinco años estudiando psicología si la psique humana se reduce a "Todo Amor".

    Me recuerda su reflexión a una canción del friki, entrañable, tragicómico y absolutamente recomendable, Andrés Lewin. A estas alturas de la vida ni todo es amor, ni todo está conectado, ni dios existe.

    Me imagino a usted aguantando la risa en plena sesión.

    Le invito a besos y té de menta.

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  4. Querida Mrs. rkl,

    Entienda que ni usted -con su psicología- ni yo -con mi enfermería- podemos hacer sombra al gran gurú, maestro Todo Amor.

    Le aseguro que de haber estado usted allí, conmigo, no hubiera podido contenerme: nos habrían echado de clase a las dos. Claro que podríamos haber aprovechado la mañana para sacar a pasear al mar y de paso, tomarnos unas cañas. Abriendo el apetito y reconectándonos.

    Besos analgésicos y cicatrizantes; en el fuego la tetera.

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  5. ¡Que no me haga reír!

    Y dígame, ¿no tiene usted una segunda sesión para afianzar conocimientos y esas cosas? O quizás es suficiente una sola para adquirir la sabiduría eterna y plena.

    Cañas y buen martes, darling. Me paso esta tarde a beber té.

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  6. Algo sobre mí.

    Gotas de lluvia deslizándose sobre mis mejillas en una fría mañana de noviembre
    caos determinista
    busco patrones en esas gotas, en todo lo que me rodea
    intento ordenar el caos a sabiendas de que no es posible
    a eso me dedico cuando no sueño,
    y me pagan por ello (allá ellos).

    Un cúmulo de causalidades casuales me han traído a este lugar extraño,
    donde caos y orden bailan junto al fuego
    no hay patrones que buscar
    me dejo llevar
    por la música que suena
    y le saco a bailar.

    Un baile arrítmico, anárquico,...no sé bailar de otra manera cuando sueño
    (...y cuando no sueño tampoco...).

    Un beso, SuzanneL.

    Le espero al otro lado del mar.
    G.L.

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  7. Querido Grokus,

    Sabe que, sacándome a bailar, corre el riesgo de ver directamente a través de mis ojos. No sabría decirle qué haría: tal vez abrazarle. Tal vez buscar sus labios y cruzar el mar entero hasta su orilla.

    Así desperté esta tarde. Entre el caos y el orden, pero con el fuego dentro en lugar de al lado.

    Seguro que comprende...

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