miércoles, 15 de septiembre de 2010

Queriendo té



Wahed & habitación 617

Me pierdo en las normas para el arriado de emergencia de los botes del Ciudad de Málaga. Me pregunto si mi marinero en tierra encontrará un ratito esta noche para hablarme de trincas, perigallos, chigres y estrechonazos. Por todas partes hay gatos: me citan, me incitan, me excitan. Impulsada por las corrientes en pescante navego libremente. Dejé en Madrid asfalto y miedo.

Con sus palabras en mi boca.
Con su boca en mis palabras.


Itnin & habitación 503

Noche cerrada, perdida en la montaña. El cielo es un enjambre de estrellas hambrientas en ramadán. El señor de los rezos pronuncia en su letanía hipnótica un nombre que encierra escalofrío. No es posible. Tantas coincidencias avivando la incertidumbre despiertan lo dormido. Sabiéndome pecadora, encarcelo el polen en mis pulmones y libero la esencia. El duermevela es tan dulce que al coronar la cima del Atlas la mano que ahoga mi grito sabe a miel.

Ahí, quebrando el ayuno a la luz de la luna.
Ahí, relamiéndome sin prisa.

4 comentarios:

  1. Estimada Mrs:

    Cuando cae la noche, y el silencio se apodera de nuestras almas, es un placer dejarse impregnar por el aroma de sus palabras.

    Qué bonito cerrar los ojos y descubrir su boca a la luz de la Luna.

    Kurtz

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  2. Estimado Mr. Kurtz,

    Cada noche mis palabras recorren un número indeterminado de kilómetros. Chocan en la luna y salen rebotadas en todas direcciones. Me complace que lleguen hasta usted, que sepan encontrarle.

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  3. Querida Mrs,

    Wahed:

    Siento comunicarle que aunque se conociese al dedillo las normas de arriado de esos botes,nada la hubiese salvado en caso de emergencia en un buque con ese nombre...por experiencia se lo digo...
    Sabe que no hay nada que me cite,incite y excite más que esos gatos,sus palabras y su boca, como a usted

    Itnin:

    Ojalá los recuerdos hayan emanado del polen,de sus pulmones,entre montañas,bajo estrellas y mirando esa luna a finales de Sha'ban que sabemos fue nuestra alguna vez y volverá a serlo algún día

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  4. Mi querido catkiller,

    Prometí no tocarle, pasar la noche a su lado escuchando su guitarra y ofreciéndole el acompañamiento de mi voz a la luz de las estrellas. Pero cuando los pastelitos árabes con que repusimos fuerzas nos mancharon las manos, acabamos chupándonos los dedos. Usted los míos. Yo los suyos. Todo sabía a dulce miel..todo muy rico.

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