sábado, 1 de agosto de 2009

Entre citas de Borges...



Queda del anillo el aro de oro blanco; se perdió el diamante que una vez anidó en su engaste. A buen recaudo puse el resto, no por miedo a un hurto improbable, mas sí por tenerlo guardado de mi propia mirada y de lo que, aun tras tanto vivido y pasado, seguía significando ante mis ojos. Llegó con mis treinta inviernos, pues nací en marzo, y se quedó a mi lado en las siguientes primaveras. No representó más que la mensualidad aplazada hasta entonces, en beneficio de alguna otra, en forma de salvavidas. Y en cierto modo, permaneció por sí mismo tras el naufragio. Del diamante recuerdo más bien poco. Una piedra preciosa que ahora ya no puedo contemplar...

Apelo a mi memoria, siempre selectiva y ya más que trabajada, para recomponer su imagen en mi mente. Buscando los distintos ángulos, tratando de no olvidar ninguno –si es que alguna vez tuve a bien detener en tantos puntos mi mirada- con la finalidad de conformar una imagen más precisa y detallada. Y tengo por cierto que de esa adición de intangibles, de recuerdos, resultará algo parecido a la verdad.

Si preguntaran por qué, no sabría contestar. No es el aro blanco el que reclama respuestas. Es el diamante ausente.

2 comentarios:

  1. Asique así fue como empezó usted el camino. Buscando lo perdido.

    Pues aquí tiene, darling. Me costó pero lo encontré.

    Di amante.

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